William Parrish está parado en su oficina, en su traje y corbata, mira a lo lejos por su ventana a través de un cortinado americano a medio abrir. Afuera, los mismos edificios de siempre empapados de la luz de un atardecer más, o de un atardecer menos. Se da media vuelta girando el rostro hacia su escritorio, hacia su sillón de empresario. El sillón está ocupado por Joe Black, rubio, de ojos celestes, tez de una juventud que parece eterna. Saborea algo en su boca, sus ojos giran al ritmo de ese bocado.
- ¿Está bueno?- Pregunta William.
- Sí, ¿Qué es?
- Sándwich de cordero frío, con cilantro. Un poco de mostaza Colman.
- Es… (Joe se toma tiempo para encontrar el adjetivo)… espléndido.
- Me alegra que te guste. (William vuelve a mirar a través de la ventana a lo lejos, se detiene como si estuviera acostumbrando sus ojos a una luz diferente) Mi esposa me inició en los sándwich de cordero frio. Joan, era mi esposa.
- Mm-hmmm.
Ambos se miran entre sí, un silencio gélido suspendido en el aire. Joe avanza decidido en su sándwich.
- Sí. Sandwich de cordero frío, no tan duro como el roast beef, ni tan aburrido como el pollo. Ella sabía de cosas así.
Joe alza la vista, algo en las palabras de William lo atrae, deja de masticar, apoya el codo sobre la mesa, su cabeza sobre la mano, y aunque todavía no suelta el tenedor en su mano izquierda, vuelca toda su atención en él.
- Todo me recuerda a ella. No pasa un día en que no piense en ella -continúa William- Un día no se sentía bien, al día siguiente no estuvo… más. ¿Y qué se le va a hacer? (William suspira, suelta una sonrisa de impotencia áspera, mira a Joe). ¿Supongo que habrás escuchado esto un trillón de veces ya?
- Más.
- ¿Por qué no me detuviste?
- No lo sé. ¿Cómo se conocieron?
- Pensé que ya habías escuchado esto un trillón de veces.
- Esta parte me interesa.
Joe se reclina en el sillón, se echa hacia atrás, como recostándose sobre la historia que está por escuchar.
- Bueno, ella tenía este trajecito azul… con un collarcito blanco que tenía un ribete rojo…
Entonces la muerte, vestida de Joe Black, escuchó una voz anudada, apretujada, que contaba un inicio. Escuchó de un trajecito azul, con un collarcito blanco que tenía un ribete rojo. Escuchó, se acurrucó fuerte en el hueco de un comienzo. “Un comienzo”, dice Leila Guerriero, “Algo que llega desde un sitio al que nunca se puede ir a buscar nada porque no se sabe dónde está”. Ni siquiera un sándwich de cordero frío, pienso, con cilantro. Y un poco de mostaza Colman. *
Romi Scheuschner 🌱
* Humilde recreación de una generosa escena de la película Meet Joe Black (1998), dirigida por Martin Brest. (William Parrisch interpretado por Anthony Hopkins, Joe Black interpretado por Brad Pitt).
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