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Foto del escritorRomi Scheuschner

Tiempos de transición: ¿qué puede ayudar? Palabras del Libro Rojo que inspiran


"Arroja lo viejo, lo roto, lo desgastado, lo innecesario, lo destruido, en el crisol para que sea renovado para un uso nuevo". (C. G. Jung, El Libro Rojo) En los días que corren, muchas de aquellas certezas más básicas que configuraban nuestro mundo cotidiano están cambiando: abrazos que quedaron suspendidos, oficinas que no supieron de su último día, viajes que de repente se volvieron más difíciles de ser soñados. Hace cien años C. G. Jung ya hablaba de que nuestra civilización se encontraba en un gran momento de transición y que la aventura de nuestra consciencia consistiría en la entrega a lo indeterminado e indeterminable. Pero, ¿cómo reflexionar sobre este momento de grandes cambios colectivos y nuestro lugar en él sin que todo esto nos resulte abrumador?


Hay quienes dicen que cuando las cosas se ponen demasiado "grandes" o ilimitadas, es momento de volver a lo simple, a lo que tenemos más mano. Y es acá cuando llego a todas esas transiciones de las que se compone nuestra vida individual, a todos esos momentos de pasaje y transformación: nuevas etapas vitales, re-orientaciones profesionales, ruptura de viejas sociedades, de pareja, pérdidas inesperadas, cambios de proyecto de vida, de lugar de residencia. ¿Te suenan estos momentos de "salto a lo desconocido"?


Hoy me dieron ganas de escribir sobre esto porque, observando a quienes me rodean, y observándome, me encuentro con la sensación de que estas grandes transiciones colectivas que estamos atravesando parecen acentuar, a su vez, ciertos procesos de transición individual que quizás venían gestándose hace tiempo, pero que de repente ya no se ocultan bajo los automatismos y las viejas distracciones de antes.


Son momentos difíciles, de inflexión: muere lo viejo, para que algo nuevo pueda renacer. ¿Con cuánta consciencia atravesamos estos momentos? Y sobre todo, ¿qué nos pasa cuando vemos que "lo viejo" se está yendo y "lo nuevo" aún no está llegando? Lo podemos asociar simbólicamente, por ejemplo, al momento de la medianoche, ese oscuro intervalo entre medio del anochecer y el amanecer. Pueden ser momentos de mucha angustia, ansiedad, y desorientación.


¿Por dónde empezar? ¿Qué puede ayudar? Es difícil decirlo con precisión porque son momentos con sus propias fuerzas y corrientes internas, con sus propios tiempos llenos de misterio. Quizás pueda reformular la pregunta de otra manera: ¿cómo acompañar de la mejor manera? ¿Cómo acompañar sin interferir y querer controlar lo incontrolable, pero al mismo tiempo sin tampoco sentir que la incertidumbre nos sobrepasa?


Inspirándome en algunos pasajes del famoso Libro Rojo, escrito por C. G. Jung en uno de sus grandes momentos de transición tanto en lo profesional como en lo humano, me gustaría compartirles algunas prácticas para recordar y recordarme:


- "Soltar amarras": aprender a reconocer lo desgastado, lo viejo, lo que ya dejó de funcionar, lo que “ya no va más” y aprender a soltarlo, aunque duela, aunque asuste. Soltar no es desechar, no es negar el valor que un cierto proyecto haya tenido para nosotros en cierta etapa de nuestras vidas. Soltar es más bien liberar, “desatar”. Es un momento de hacer espacio, pero también es un momento de duelo, y duelo implica dolor. Podemos oscilar entre la negación, la culpa, el enojo, la tristeza, hasta llegar a la aceptación, si bien nunca es un proceso lineal. En el Libro Rojo, cuando en su hora más oscura Jung le pide ayuda a su propia alma, ella le responde: "Arroja lo viejo, lo roto, lo desgastado, lo innecesario, lo destruido, en el crisol para que sea renovado para un uso nuevo. Es lo tradicional, costumbre de los padres primordiales, lo practicado desde antaño. Es adaptar a nuevos usos. Es práctica e incubación en el horno de fundición, un retirarse en lo interior, en la acumulación caliente donde la herrumbre y lo quebradizo son expulsados mediante el ardor del fuego". (Escrutinios, apartado 5)


- Escuchar, pero escuchar en serio: aprender a habitar ese espacio de vacío inicial que se crea, cuando lo viejo empieza a irse pero lo nuevo aún no ha llegado. Estos suelen ser momentos de grandes incertidumbres, de dudas, donde puede ser muy tentador querer volver el tiempo atrás, y deshacer decisiones muchas veces irreversibles. ¿Cómo habitar estos momentos a veces tan confusos? ¿Qué puede ayudar acá? Escuchar... pero no escuchar a medias, escuchar en serio. Escuchar más allá del monito loco saltarín de la mente y del ego que suelen resistirse a lo nuevo. Escuchar en el sentido de convertirse en una verdadera antena, hacia afuera y hacia dentro: escuchar y escucharte, en profundidad, en lo sutil. Porque lo nuevo no va a venir de lo ya conocido (¡sino no sería nuevo!). Prestar atención a los sueños, registrarlos aunque todavía no los entendamos. Escuchar el cuerpo. Pero también escuchar hacia afuera, las experiencias que llegan, porque el destino también puede ser parte de nuestro “inconsciente manifestado”. Difícil elegir un pasaje del Libro Rojo que nos hable de esto, porque todo el Libro Rojo es de alguna manera una gran escucha de la interioridad, un "palpar el camino de piedra en piedra". Me quedo, por el momento con estas líneas: "Lo venidero es creado en ti y a partir de ti. Por eso, mira en ti mismo. No compares, no midas. Ningún otro camino es parecido al tuyo". (Cap. XIX, "El don de la magia")


- Saber anclar cuando es necesario: Saber reconocer también aquellos espacios estables que nos ayudan a sostenernos en estos momentos de grandes vaivenes emocionales, contar con esas “anclas”: amigos, familia, hobbys, trabajo corporal, espacios de acompañamiento psicológico, todo lo que ayude. Respetarlos y sostenerlos. En el capítulo V del Liber Primus Jung afirma que mientras que por las noches "se encontraba con su alma", durante el día se ocupaba de todas aquellas cosas que lo sostenían (su familia, su trabajo, sus estudios).


Un día, quizás cuando uno menos se lo espera (o mejor dicho, siempre, cuando uno menos se lo espera), puede que lo nuevo que aún no tiene rostro visible, empiece a insinuarse en un contorno, en una forma aún borrosa, en una pregunta. Como en esos ratos antes del amanecer...




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