La palabra “expatriado/a” alude a quien vive lejos de su lugar de origen, de su tierra natal, de su patria, por un tiempo o en modo permanente. Es una palabra que en principio describe un hecho o situación sin pretender juzgarla positiva o negativamente. Lo cierto es que en la práctica parece ser difícil que esta no venga cargada de otras tantas connotaciones: positivas, negativas, todo menos neutrales. Cosas como "el que se va es un héroe" o "el que se va es un traidor". U otras cosas como "el que se queda es un héroe" o "el que se queda es un... ¿quedado?".
Irse de la tierra natal o quedarse, eventualmente volver. ¿Te pasó de hacerte esta pregunta, cuando las cosas se ponen difíciles, o simplemente por curiosidad, por ver que otros lo hacen, o porque surge una oportunidad inesperada? Y cuando se trata de preguntas, ¿quién no quiere la respuesta correcta?
Pero lo que me lleva a escribir estas líneas no es esa “supuesta respuesta correcta”, porque creo que no hay respuesta correcta. En todo caso estará el camino único e irrepetible de cada uno, la aventura en esta vida para cada quien: para algunos esa aventura podrá significar irse, para otros ya quedarse en la propia tierra natal podrá ser una aventura en sí misma.
En todo caso, cuando las cosas se ponen demasiado dicotómicas a mí me ayuda volver al “cómo”, al “para qué”, y es acerca de eso que quiero escribir, recordando el antiguo proverbio oriental: “El hombre correcto con el medio incorrecto obra adecuadamente”. Quiere decir que a veces no importa tanto lo que hagamos, sino cómo lo hagamos, desde qué actitud, desde qué intención, desde qué consciencia. En ese sentido, quizás no se trate tanto de si me voy o si me quedo, sino más bien de “cómo me voy”, de “cómo me quedo” y, dado el caso, de “cómo vuelvo”. En última instancia, ¿para qué me voy, para qué me quedo y/o para qué vuelvo?
Me gustaría poder reflexionar sobre estas preguntas, repensándolas a partir de algunos aspectos del tan conocido “mito del héroe/heroína”, tal como lo estudió Joseph Campbell en “El héroe de las mil caras”. Gran mitólogo americano del siglo XX, Joseph Campbell descubrió a través de sus estudios de mitología comparada que tras las infinitas variantes de los mitos de héroes y heroínas en las culturas más diversas subyace una estructura fundamental, que él resume de la siguiente manera: “El héroe inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva; el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos”.*
En resumen, en el mito de todo héroe y de toda heroína aparece y re-aparece el motivo simbólico del viaje. Por eso lo traigo en esta ocasión para repensar nuestras preguntas iniciales, y volver al cómo de esas preguntas, porque creo que los mitos tienen también mucho para decirnos acerca de la vida cotidiana:
- Si me voy: ¿me voy desde el enojo, desde la frustración? ¿Desde la pelea con los otros? ¿Para escapar de algo que no estoy queriendo enfrentar? ¿O me voy porque siento una llamada interior a realizar algo que tiene que ver con mi profundidad, vocación, con mi destino, y que quizás (permanente o provisoriamente) no estoy pudiendo realizar en mi lugar de origen? Es significativo que en la variedad de mitos estudiados por J. Campbell, se repite el motivo de la “llamada a la aventura”: ir por un “tesoro” que puede tener muchas formas, muchas caras, pero nunca se trata de un simple escapar. De un modo similar, podemos pensar en el pichón que rompe el cascarón: ¿lo hace por enojo a la forma que lo contuvo o porque el cascarón le queda chico?
- Si me quedo: ¿me quedo por miedo, por comodidad, por no querer ponerme a prueba, por distracción? ¿O me quedo porque siento que hoy mi alma vibra acá, porque mi vocación hoy puede desplegarse acá? ¿Y porque todavía puedo crecer acá? J. Campbell afirma que el héroe o la heroína pueden desoír el llamado a la aventura y elegir quedarse, con sus respectivos costos. Pero uno podría preguntarse también si ese llamado a la aventura necesariamente tiene que estar vinculado a un viaje exterior. Me animaría a decir que quizás pueda implicar un viaje en concreto, pero quizás no tenga por qué serlo siempre. ¿Quién no conoce personas que no han viajado externamente y sin embargo el brillo de sus ojos delata que han viajado de otras maneras, y tanto más que otros que han viajado externamente? Quizás lo han hecho de modo más sutil, en modo diferente: a través de sus vínculos, a través de su apertura a lo desconocido en el aquí y ahora, en definitiva, a través del alma.
- Si me fui y vuelvo: ¿es porque vuelvo al nido, a lo seguro? ¿O vuelvo porque siento que tengo algo para traer de lo que aprendí “allá afuera”, para transformar mi lugar de origen en un lugar mejor desde lo pequeño que pueda aportar? Según J. Campbell, el héroe/la heroína regresan a sus lugares de origen en modo transformado, es decir, con conocimientos, fortalezas y dones nuevos que al mismo tiempo transforman a la comunidad. Ahora bien, una vez en una clase me preguntaron si el héroe o la heroína siempre regresan a su comunidad y lo cierto es que esta pregunta me dejó pensando. Si seguimos a J. Campbell, podríamos decir que la respuesta es sí, el regreso es siempre parte del proceso. Pero uno podría preguntarse también acá en qué consistiría ese regreso, y qué forma particular podrá tomar para cada uno. Para algunos podrá ser un regreso concreto, pero podrá ser que para otros el regreso pueda haber estado ya en esa partida inicial…? ¿Recuerdan la historia de patito feo...?
Recapitulando. Irse, quedarse, volver. ¿Es héroe quien se va? ¿Es héroe quien se queda? ¿O quien regresa? Si aceptamos que la mitología de todos los tiempos pueda albergar cierta sabiduría, podemos decir que héroe y heroína son, en definitiva, quienes están en viaje: siempre dispuestos a partir, más allá de las resistencias, o a regresar, más allá de las resistencias, si (y sólo si) su alma así lo pide (léase alma, no ego!): esa profundidad y esa potencialidad en cada uno de nosotros que pide ser realizada, y que no siempre coincide con los intereses del propio ego. Hacia allí va a el verdadero viaje, que a veces podrá ir acompañado de un viaje exterior, pero no siempre, no necesariamente. Pienso cada vez en las palabras de C. G. Jung en el Libro Rojo: “He de aprender que, detrás de todo, finalmente yace mi alma, y que si atravieso el mundo es, al final, para encontrar mi alma”.**
*Joseph Campbell. The Hero with a Thousand Faces. Princeton: Princeton University Press, 1968, p. 30; Fondo de Cultura Económica, México, 1959 (1972), p. 25.
** Carl Gustav Jung. El Libro Rojo. El Hilo de Ariadna, Buenos Aires, 2012, p. 176.
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